CANTO A LOS ANARQUISTAS CAIDOS SOBRE LA PRIMAVERA DE 1939
Canto a los Anarquistas caídos sobre la Primavera de 1939
No sentiste crisálida aun el peso del aire en tu cuerpo aun sin límites
no hubo deseos alas en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste oh diamante aun intacto el peso del aire.
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos
los arroyos susurran
las luciérnagas brillan en las noches serenas
olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba al jazmín al aire florecido
Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda
Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta
"Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos".
La mies amarillea
caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Estantigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino
cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
Las luciérnagas brillan en las noches serenas.
Canta el viento en los huesos como en álamos
secos entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto y como un río
el viento acaricia sus cuencas
A lo lejos azules las montañas qué espera
Una antorcha en la mano de mármol
una llama de gas bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire
Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman olvidadas canciones
rostros contra el poniente
Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.
Pero el viento deshace las últimas nieblas
otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama no sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aún menos que el frío. (Leopoldo María Panero)
No sentiste crisálida aun el peso del aire en tu cuerpo aun sin límites
no hubo deseos alas en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste oh diamante aun intacto el peso del aire.
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos
los arroyos susurran
las luciérnagas brillan en las noches serenas
olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba al jazmín al aire florecido
Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda
Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta
"Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos".
La mies amarillea
caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Estantigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino
cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
Las luciérnagas brillan en las noches serenas.
Canta el viento en los huesos como en álamos
secos entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto y como un río
el viento acaricia sus cuencas
A lo lejos azules las montañas qué espera
Una antorcha en la mano de mármol
una llama de gas bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire
Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman olvidadas canciones
rostros contra el poniente
Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.
Pero el viento deshace las últimas nieblas
otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama no sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aún menos que el frío. (Leopoldo María Panero)
1 Comentarios:
"los huesos brillan y dividen la noche"...
¿Hay algo mas allá de los huesos?¡Qué facil es terminar con un hombre y qué imposible terminar con su deseo!
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