La putrefacción del cuerpo: bendito seas Rockanroll
Nos gusta el rockanroll, nos encanta sentarnos cual viejos escleróticos a calentar el culo mientras escuchamos un clásico nostálgico, mismo la hora del lonchecito. Y lo veneramos, nos bajamos los pantalones, y pleitesías per seculum seculorum.
Poco o nada nos hemos puesto a pensar de la inmensa estupidez con que muchas veces ha estado embarrado este género musical.
Verbigracia: un día, allá por los años sesenta, una turba de imbéciles melenudos no se le ocurrió mejor idea que cantar ñoñeses que hablaban de amor y de paz, pretendiendo cambiar al mundo mientras se drogaban las 24 horas del día. El saldo: idiotas de por vida por toda la droga consumida, muchos muertos frescos, y cadáveres convertidos en mitos demagogos. Le pusieron por mote “Hippies”.
Los Punk resucitaron a una pandilla de brutos y semihombres (por lo eunuco, digo) que ya se creía extinguida: Los Skinhead (de raíz europea), chicos con cabezas rapadas, con tirantes viejos, borsegos con punta de acero, y una pecana como cerebro. Sus canciones fachas eran nauseabundas, léase: “Odiamos a los latinoamericanos, nuestro orgullo blanco no nos permite rebajarnos con basuras”.
Nos gusta el rockanroll, claro que nos gusta, nos encanta sentarnos cual viejos escleróticos a calentar el culo mientras escuchamos “ese viejo clásico”, aún a riesgo de que sigas siendo tan idiota como antes.
1 Comentarios:
oye huevonazo y reprimido, la música de los 60 dejó grandes discos, ignorante.
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