La noche cromática: la bella y aguerrida Sandra Requena...
Hablar del Rock Peruano en Diciembre es bien jodido. La memoria indica que por estas fechas existe un pobre diablo llamado Pico Egoaguirre, otro desperdicio llamado Gerardo Manuel, y un sinfin de abuelitos churretas que toda su puta vida se han dedicado al covers y a ganarse su gratificación navideña haciendo tributos aburridos, somnolientos y cojudos, al tantas veces muerto "John Lennon". En fin, todo justifica el pavo navideño. Yo, por ejemplo, en estos días, estoy pensando en Sandra Requena, en su soberbia voz, en sus botas de chica punk, en su culo rendondito que te saluda desde su gastado blue yin. Sandra, émula de Hello Kitty y rompecorazones de la grandilocuente mansedumbre que se arremolina en los conciertos del Huaralino, nos habla de sus amores de suburbios y de los bares que como el amor, fueron desapareciendo bajo el cielo plomo de Lima. Antaño mis polvorientos archivos de mala baba y orgulloso mal arte (digo, por la hechura de fotocopia y stencil) prueban que Sandra garabateaba hermosos odios, lisuras y fobias en un pasquín al que llamó "Papel Higiénico", y les restregaba en la cara a los machotes y fémina depres diciéndoles "me cago en sylvia plath". Chapen esa flor.
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