Mercachifles
El fiasco de una feria de Libros Viejos
La semana pasada se anunció en Lima una feria de Libros Viejos e incunables, supuestas reliquias inubicables que tuvo como centro de exposición-venta el museo Pedro de Osma (así de "in" era el asunto). Un evento raro en Lima pero, en lo que respecta a éste servidor, era una buena ocasión para bajar a Barranco (evitando claro está a esa pléyade de Bohemios venido a menos que siempre pululan por ahí). Primer fiasco: te recibe una señorita que más parece estar acostumbrada a labores de anfitriona en Casinos de poca monta. Segundo fiasco: te atiende otra comadreja que lo único que sabe hablar es de hacerte algún descuento "porque me has caído bien", mismo venta de combo cosmético. Tercer fiasco: o hubo ciento de tarados que adquirieron los libros, o simplemente no tenían muchos libros que exponer y/o mostrar, porque la exposición-venta era mínima y nada del otro mundo. Mis sospechas van por la segunda premisa. Cuarto y deleznable fiasco: los precios eran groseramente caros: libros que van desde $500 dólares a $5,000 dólares. Sólo para coleccionista, es decir: de exhibición/ de pose /de adorno, porque hay que estar bien huevofrito para leer todo esos mamotretos del derecho canónico y otros devaneos virreynales parecidos, por lo inservible que son. Nunca imaginé que un par de viejos libros míos que atesoro en mi biblioteca (La Linterna de Diógenes y Lima de Antaño) y que los adquirí a precio ganga eran ofertados a un precio inalcanzable: cerca de $500 dólares y $1,500 Dólares. Pasudiablo: me agarré la billetera.
Ese evento era otra cosa menos un feria de Libros viejos e incunables, en los verdaderos: son los libreros quienes te atienden y te explican las ediciones, el carácter único del Libro (ya que no fueron nuevamente editados), y los temas: de qué se trata aquello y de qué lo otro, los lugares donde se ubicó el libro, etc etc; y el Perú en ese sentido (a diferencia de sus paisetes vecinos) tiene mucho material para mostrar, exhibir, y divulgar. Pero como aquí somos tan brutos y nos preocupamos más del pisco, el ceviche y demás huevadas, estos eventos caen en manos de un mercachifle cualquiera que cree que vender libros viejos e incunables es como vender un Horno Micro-ondas.
El fiasco de una feria de Libros Viejos
La semana pasada se anunció en Lima una feria de Libros Viejos e incunables, supuestas reliquias inubicables que tuvo como centro de exposición-venta el museo Pedro de Osma (así de "in" era el asunto). Un evento raro en Lima pero, en lo que respecta a éste servidor, era una buena ocasión para bajar a Barranco (evitando claro está a esa pléyade de Bohemios venido a menos que siempre pululan por ahí). Primer fiasco: te recibe una señorita que más parece estar acostumbrada a labores de anfitriona en Casinos de poca monta. Segundo fiasco: te atiende otra comadreja que lo único que sabe hablar es de hacerte algún descuento "porque me has caído bien", mismo venta de combo cosmético. Tercer fiasco: o hubo ciento de tarados que adquirieron los libros, o simplemente no tenían muchos libros que exponer y/o mostrar, porque la exposición-venta era mínima y nada del otro mundo. Mis sospechas van por la segunda premisa. Cuarto y deleznable fiasco: los precios eran groseramente caros: libros que van desde $500 dólares a $5,000 dólares. Sólo para coleccionista, es decir: de exhibición/ de pose /de adorno, porque hay que estar bien huevofrito para leer todo esos mamotretos del derecho canónico y otros devaneos virreynales parecidos, por lo inservible que son. Nunca imaginé que un par de viejos libros míos que atesoro en mi biblioteca (La Linterna de Diógenes y Lima de Antaño) y que los adquirí a precio ganga eran ofertados a un precio inalcanzable: cerca de $500 dólares y $1,500 Dólares. Pasudiablo: me agarré la billetera.
Ese evento era otra cosa menos un feria de Libros viejos e incunables, en los verdaderos: son los libreros quienes te atienden y te explican las ediciones, el carácter único del Libro (ya que no fueron nuevamente editados), y los temas: de qué se trata aquello y de qué lo otro, los lugares donde se ubicó el libro, etc etc; y el Perú en ese sentido (a diferencia de sus paisetes vecinos) tiene mucho material para mostrar, exhibir, y divulgar. Pero como aquí somos tan brutos y nos preocupamos más del pisco, el ceviche y demás huevadas, estos eventos caen en manos de un mercachifle cualquiera que cree que vender libros viejos e incunables es como vender un Horno Micro-ondas.
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