miércoles, julio 30, 2008

Una profesión peligrosa..

Una vez al año con una cofradía muy íntima de antiguos compañeros (de un ex trabajo) solemos reunirnos en un conocido chifa Limeño. Normalmente lo hacemos en las noches y como todos son leguleyos de negra cuna (hoy burócratas bancarios con la cara lavada) las noticias de unos y otros van y vienen, y las recomendaciones y nuevos bísnes, también. A veces entre el humo de los cigarrillos, el banquete, los güisquis, y las risas sospecho estar en una polis griega donde lo que prima es una profesión muy peligrosa. El sábado 26 de Julio, y a dos días de celebrar nuestra independencia, estuvo como invitado de la reunión el "ex jefe de todos" (de los cuatro leguleyos que nos reunimos), quien llegó al promediar las 11 de la noche. Primero hubo silencio, luego cada uno parecía coger su pistola o espada, pero vino el abrazo, y la noche se tornó divertida, muy divertida. El lúgubre ambiente privado estallaba de risa como cuando funjíamos ser los malos del westerns. Contrario de lo que pensaba (de lo que todos temían) el ex jefe de todos no tenía ni un rastro de la decadencia, muy por el contrario era como Tiberio, un guerrero reposado cuyos enemigos nunca pudieron con él, debe ser consecuencia de su inmensa desfachatez -me dije-. Nunca perdió nada, apenas el saludo de unos cuántos. La soberbia y la imbecilidad seguían intactas, para mi asombro. Por lo pronto ya era el amanecer del 27 y los mozos cabeceaban cuidandonos por lo de la propina, y yo sentía que me había desviado de mis sencillos placeres de invierno en días feriados: comer bien, abrigarme bien, fumar pipa, caminar por los alrededores de mi casa, acostarse temprano y leer desde las primera horas del día. Alguien dió el nombre de un lugar para ir, trajeron los autos, yo me escabullí, ya era suficiente por esa noche, tomé un taxi, y me largué (el puto celular no paraba de sonar).

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