miércoles, diciembre 13, 2006

LOS HUEVOS DE ORO DE ALAN GARCIA

Nunca he entendido eso de "hombre de mucha diplomacia", "hombre con talla de estadista" y demás calificativo rimbombante de esa calaña. A mi me van los hombres de carácter, los de posiciones firmes, los que no reculan ni transan por nada del mundo, aquellos solitarios cuya mano está contra todos y contra él todas las manos del mundo, así estén equivocados y así las batallas le sean adversas. Los Peruanos tenemos bien ganado el apodo de “gallinas”, y el presidente Alan García es la prueba más contundente que releva toda duda. García sonrió hipócritamente, abrazó más hipócritamente aún al hombre de rojo: Hugo Chávez, con quien, meses atrás, había intercambiado más de un adjetivo de baja estofa donde lo único que faltaba era retarse a un duelo de espadas por el honor mancillado. Ninguno de estos dos subnormales tienen los cojones bien puestos como para batirse a duelo. Pero ahí está García sirviendo de monigote del orangután caribeño que le restregó una ofensa mayor al llamarle de manera perniciosa “Ladrón”, es decir, delincuente. Y el supuesto ladrón ahora llama “amigo” a quien le endilgó tal frasecilla barriobajera. Vaya personaje y vaya Presidente que tenemos. Si leemos (tapándonos las narices) ese pozo séptico que es la historia política del Perú, la lista de “gallinas podridas” sería interminable.


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