UN CHUPATINTAS LIMEÑO
Por:Valentino,cronista de media suela.
Sucede que de lunes a viernes en la capital todos andan apurados y este su servidor no es la excepción, tan así que se me hinchan las bolas cada vez que el semáforo se demora en cambiar las luces. Sucede también que mis manos me sudan cuando mis ojos se dirigen al reloj y veo como los minutos se acortan corriendo el penoso riesgo de cometer el mismo despropósito de siempre: llegar tarde a una reunión. Los correos que contesto como si fueran mensajes de telégrafo. El nudo de corbata que hay que mantenerla a la perfección. El almuerzo tarde, rápido, y un indeseable menú diario que te hace extrañar la cacerola de la vieja. Sucede que intento día a día mantener el paso seguro y tomar las decisiones seguras, con mis zapatos negros y brillosos de oficinista, y la mente despierta para escuchar al cliente que me cuenta sus innumerables problemas, tan igual de innumerables como los míos. Sucede que a veces uno trata, o hace lo posible, de esquivar al huevón que está del otro lado de mi celular, llamándome para ofrecerme un nuevo producto de seguro de vida contra accidentes, contra muerte natural, y contra todas las muertes posibles, y no convencido de mi persuasión ese que se parece a mí (pero en otro rubro) me cae de imprevisto en la oficina mostrándome una sonrisa hipócrita, un pelo engominado, el sobaco de su camisa mojado y una frente sudorosa jurándome por su santísimamadre que para mí es un negocio redondo. Sucede que en los casi 365 días del año me paso cultivando hemorroides desde el quinto piso de un edificio kafkiano donde más de una vez he sido atacado por la estulticia. Sucede, hermosa, que aquí en Lima a pesar de ello, también estamos contaminados del estúpido amor.
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