miércoles, octubre 18, 2006

CARROMATO FÚNEBRE: LUIS JOCHAMOWITZ

Tiene mirada de sepulturero, pero también de un redactor de obituarios, asoma como un regente de una vetusta funeraria y hasta diría le seduce "las artes de la necrofilia". Lo conocí por su obra “el descuartizador del Hotel Comercio”, entonces, ya se darán cuenta por donde viene el gusto de Luis Jochamowitz, periodista y escritor Peruano, y también desenterrador de noticias viejas con olor a ropa de muerto. Güeviando por algunas Librerías Limeñas , como quien mata el tiempo en un frío y aburrido fin de semana, me topé con la última entrega del escritor que en edición pulcra (como los Jardines de la Paz) acaba de salir a la luz , cuando no, infecta de ese filo mortuorio y de crónica roja del cual es poseedor de especial talento. En “Ultima noticia” el escritor ha recopilado y seleccionado las noticias más exquisitas que aparecían en las últimas secciones de los antiguos diarios Peruanos (hablamos de noticias añejas, polvorosas, de periódicos conservados apunta de naftalina y que fueran publicadas en los años 1878, 1905, 1910, etc) y consideradas de poca importancia o de mal gusto (policiales). “La fantasía del progreso, la conmoción de provincia, la tontería, el paso del tiempo, el aburrimiento, y un solo acontecimiento grave para unos pocos, pero cotidiano como el diario de hoy para el resto: la muerte” (Luis Johamowitz, hace el aclare en el prólogo). Aquí se muestra el obituario de un Elefante, la noticia delirante de una sociedad que se forma para luchar contra el olvido, recorre escollos misteriosos a modo de un breve y espectacular relato policial “El hombre que desapareció”, el escalofrío de un “horror doméstico”, un golpe de tinterillada provinciana en “Excomunión y Tinterillada”, y así sucesivamente, hasta llegar a una sección que es de colección y a la que el escritor ha llamado “Panteón de Provincia”. Y ahora, ¿que dirán ustedes de su cacharro?.

HORROR DOMESTICO

"El criterio de Antioquia trae una escena insoportable. La niña de la casa se presenta en el salón arrojando “espuma sanguinolenta” por la boca, los padres y hermanos la rodean angustiados y le preguntan qué le sucede. La niña no dice ni una palabra. Alguien nota que tiene un papel en la mano, se lo arrancan, leen que “habiendo sentido vehementes deseos de blasfemar, había resuelto impedir el pecado cortándose la lengua con una tijera”. Luego descubren que en la otra mano todavía tiene la lengua”.(El comercio, 6 de Julio de 1892)

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