Vaya invitación...
Sorpresas que trae la vida. En la mañana llegó a mi oficina una invitación de reencuentro de ex alumnos de mi ex colegio, a llevarse a cabo este sábado en su límpido, sacrosanto y blanquesino patio. Alumnos y profesores en arrumaco perpetuo y en sobonería de borracho con tufo a picante. Hace mucho que no se nada de toda esa gentuza, salvo correos electrónicos con algunos felices e íntimos vagos , a casi todos les perdí el rastro. No sé de qué hablarán, no sé en qué se habrán convertido todos, ni cómo estarán las chicas bellas, y si las feas se convirtieron en bellas. Desde que nací fueron 11 años que les ví la cara, todos los días, desde el puto nido, y como en el coro de Jam "eso es suficiente". El colegio nunca me gustó, me parecía tan repugnante como la sopa de zapallo que preparaba mi madre. (Este sábado me esperan cosas mejores, por ejemplo aquel disco de Gene Vincent que el buen pepe me vendió , y que el fin de semana me fue imposible ponerle la atención que se merece). Veremos que pasa.
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