martes, noviembre 06, 2007

El invisible Daniel Smisek y el regreso de los bárbaros...

Orbis Tertius
Primero fuimos africanos, pero algo nos hacía caminar hacia el horizonte. Algunos avanzaron al encuentro de los hielos, y se volvieron ateridos. Otros esperamos que fueran los hielos los que se retiraran. Una y otra vez en farallones y cavernas, nos hemos reconocidos como pasajeros de la deriva continental. Después hemos sido aqueos, fenicios, vikingos. Unos establecieron sus ciudades y murieron defendiéndolas. Otros las atacábamos y nos hacíamos griegos en España y rusos en Bizancio: siempre en los confines, siempre asombrosos y vitales bárbaros que volvíamos sobre la civilización para civilizarla. Una y otra vez. Escribimos muchos libros, y construimos inmensas cavernas para decorar con nuestros dioses sus paredes. Durante un breve lapso –mil años o poco más- creímos que nos afincábamos definitivamente, pero muchas veces eso sólo había significado que constituíamos una nueva capital para volver sobre ella como bárbaros, siglos después. Pronto fuimos otra vez guerreros, y con naves y dioses y acero cruzamos otro océano, uno más. Hace quinientos años nosotros, los aqueos, los fenicios, los vikingos, hemos conquistado esta tierra libre de hielos. Ahora desde aquí, somos otra vez bárbaros. Nos sabemos pasajeros a la deriva entre las naciones. Seguimos escribiendo nuestra historia en las paredes de la caverna, pero algo en nuestro pecho clama por el horizonte. Somos ya una tormenta de un millón de años. Y estamos de paso, como los hielos. Nos iremos algún día. ¿Cómo pintaremos las paredes del espacio infinito?[1]

[1] Zapatos hondos. Autor Peruano: Daniel Smisek. Todo indica que es el otro yo, el heterónimo más guardado del escritor Enrique Prochazka. El texto viene en la introducción del libro de relatos “Un único desierto”.

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