lunes, mayo 19, 2008

Volcánico

Arequipa Sacra

Arequipa siempre anda satanizada no sólo porque se levanta al pie de un dormido volcán sino también porque en él converge un pasado de estruendosos levantamientos de caudillos y fué gérmen de montoneros que ponían en jaque a la capital. Hay una manera muy singular de ser arequipeño: guste o no. He estado en el puente Grau y he imaginado las tardes en que dos jovenes poetas (y aún amigos): César Atahualpa Rodriguez y Alberto Hidalgo solían desde aquel puente contemplar el final de las tardes arequipeñas. En el Bar Zero (de la calle San Francisco) he visto a un diminuto y casi tebeciano muchacho escribir algo desesperadamente sobre una libreta de notas y me pregunto si no será en realidad Alberto Guillén trazando un nuevo plan para complotar en Madrid contra los escritores Españoles. En alguna picantería de Arequipa debe haberse pronunciado por primera vez el título "El Héroe y su relación con la Heroína" de Oswaldo Chanove, y en alguna de sus tantas iglesias debieron de haber bautizado en vano a Oswaldo Reynoso y a César Gutierrez. Sólo así se explica porque Arequipa necesita de tanta religiosidad:










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