Querido Bob....
El nombre de Bobby Fischer me suena desde la Universidad. Mis amigos adictos al juego de Ajedrez siempre lo nombraban con gran admiración, con esa reverencia que sólo algunos se merecen y como tal: hacían ataque y replique poniendo en práctica sus jugadas maestras. A mi Bobby Fischer me sonaba a filósofo, a escritor de suburbios, a algún personaje genial, desarraigado, y perdido de Denis Johnson o Palahniuk. Sin embargo Bob (tal como le llaman sus más allegados) era un sencillo ciudadano norteamericano que en 1972 se consagró como campeón mundial del ajedrez. Y dicen los entendidos que más de una memoriosa hazaña fue suya. Hace unos años sin embargo leí un artículo suyo que aquí en Lima reprodujo un diario capitalino. En él Bob no escribía de ajedrez, ni hacia recuento de sus viejas glorias, es decir: era lo suficientemente inteligente para parecer patético, en él, digo, Bob escribía de política. Y como norteamericano condenó la canallada de Bush tras la invasión bélica en Irak. Y como norteamericano Bob alzó su voz de protesta por esa cámara de gas que es el bloqueo gringo a Cuba. Como norteamericano Bob siempre fue a la contra con su país, un chinche incómodo para muchos. Hoy radicado en Islandia (país que le otorgó ciudadanía), alejado de todo y huyendo de las hienas, Bob es un perseguido político de los Estados Unidos de América, su país que le ha condenado a 10 años de prisión, y sobre su cabeza hay pendiente una orden de captura. El motivo: haber escupido en 1992 una estúpida orden que decía que violaría sanciones de las Naciones Unidas si jugaba ajedrez en Yugoslavia. Cosa que Bob, como los grandes, como los mejores, desobedeció y se largó a jugar.
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