EL FUEGO DE CALI (Colombia):el grupo NICHE y el escritor ANDRÉS CAICEDO
“(...)si por la quinta vas pasando es mi cali bella que vas atravesando/ si por la tarde las palmeras se vuelven alegres, la noche está esperando/..y fiesta y rumba aquí en la feria de la caña/”. Cali Ají/ Niche.
En 1986 los sones del grupo de salsa Niche (liderado por Jairo Varela) abrían fuego a las hormonas de la muchachada con una canción que le cantaban a “Cali”, ciudad avezada de Colombia tan llena de alegría, de mujeres hermosas, y de pachanga infinita, pero también de añoranza (vivir lejos de su ciudad y sus mujeres).
Por aquel tiempo la añoranza timbeó a Jairo Varela para escribir “Cali Pachanguero”, canción que presume ardorosamente de alegre ( baile apretado, lujurioso tete a tete, y frente a mis ojos: las almas ruines echándose al ruedo a mover zapatos lustraditos, manos sudorosas, caderas endiabladas, y quien sabe qué cosa más) pero que en el fondo no era más que la música sirviendo de sucedáneo para aplacar el reclamo nostálgico de la memoria, y entonces la muchachada caleña coreaba “Cali pachanguero/ Cali busque un nuevo cielo/(..) todos los caminos conducen a ti/ si supieras la pena que un día sentí/ cuando frente a mí tus montañas no ví/”.
Jairo Varela escribió esa canción por puro despecho, pero le penetró de alegría caribeña porque en Cali podrá haber pesimistas y prestamistas usureros, aguardiente barato y pistoleros, y narcos demagogos también, pero nunca grises depresivos.
Años atrás (en 1977) un hijo parido en sus tierras, el escritor colombiano Andrés Caicedo, a sus apenas 25 años se quitaba la vida con 60 pastillas de seconal, cumpliendo así lo que tanto había alardeado “vivir más veinticuatro años es una insensatez”. ¡¡¡Escribir de viejo debe ser jodido ¡¡¡qué cosa puede escribir uno de viejo viviendo en Cali!!! Hasta aquí llego, se dijo, y se suicidó con la alegría de una cumbia colocha y el suave devaneo de su admirado Mick Jagger.
A muy temprana edad, andresito (para sus amigos) lo había conseguido todo. Lo suyo era una carrera ya consolidada (como escritor y cinéfilo) que dejó para delicia de los chupatintas su notable obra maestra la novela “Que viva la Música” (fanático de los Rolling Stones y de la Salsa dura), y varios cuentos y poemas desperdigados en revistas y ediciones artesanales, reunidos en "Calicalabozo" y "Angelitos empantanados" ( En el Perú gracias a la editorial Norma, podemos acceder a estas dos obras) .
La ciudad de Cali, en el ojo huracanado de Andrés, fue el eje de todo. Escribió de Cali bajo la pendenciera visión de un adolescente o de un Joven de 24 años de edad que no necesita llegar a viejo para saber todo de la vida. Ya la marginalidad le había enseñado las broncas. Ya la marginalidad le había puesto en bandeja los sinsabores y la desnudez de los Bares de Cali y la flama de una caleña ardiente. Pero también a Poe, Dostoyebsky (o como mierda se escriba), Lowry, Breton, Vargas Llosa, y también el viejo Rockanroll y la tropicana conjunción de ese género degenerado llamado “ salsa dura”. "El Sol. Cómo estar sentado en un parque y no decir nada. La una y media de la tarde. Camino caminas. Caminar con un amigo y mirar a todo el mundo. Cali a estas horas es una ciudad extraña. Por eso es que digo esto. Por ser Cali y por ser extraña, y por ser a pesar de todo una ciudad ramera". (Andrés Caicedo Dixit. cuento "Infección").
Quienes lo conocieron dicen que todo sus cuentos y guiones de cine, y en general sus proyectos literarios los escribía con vehemencia, escribía como si mañana mismo la pelona (la muerte) se lo iba a recoger, por eso no se perdonaba que su creación esté llena de imperfecciones (ego, que le dicen).
En todo caso, siendo incluso su suicidio algo accesorio, su legado es valioso, y leerlo no sólo es un privilegio sino una evidente exquisitez . Saluc!.
Años atrás (en 1977) un hijo parido en sus tierras, el escritor colombiano Andrés Caicedo, a sus apenas 25 años se quitaba la vida con 60 pastillas de seconal, cumpliendo así lo que tanto había alardeado “vivir más veinticuatro años es una insensatez”. ¡¡¡Escribir de viejo debe ser jodido ¡¡¡qué cosa puede escribir uno de viejo viviendo en Cali!!! Hasta aquí llego, se dijo, y se suicidó con la alegría de una cumbia colocha y el suave devaneo de su admirado Mick Jagger.
A muy temprana edad, andresito (para sus amigos) lo había conseguido todo. Lo suyo era una carrera ya consolidada (como escritor y cinéfilo) que dejó para delicia de los chupatintas su notable obra maestra la novela “Que viva la Música” (fanático de los Rolling Stones y de la Salsa dura), y varios cuentos y poemas desperdigados en revistas y ediciones artesanales, reunidos en "Calicalabozo" y "Angelitos empantanados" ( En el Perú gracias a la editorial Norma, podemos acceder a estas dos obras) .
La ciudad de Cali, en el ojo huracanado de Andrés, fue el eje de todo. Escribió de Cali bajo la pendenciera visión de un adolescente o de un Joven de 24 años de edad que no necesita llegar a viejo para saber todo de la vida. Ya la marginalidad le había enseñado las broncas. Ya la marginalidad le había puesto en bandeja los sinsabores y la desnudez de los Bares de Cali y la flama de una caleña ardiente. Pero también a Poe, Dostoyebsky (o como mierda se escriba), Lowry, Breton, Vargas Llosa, y también el viejo Rockanroll y la tropicana conjunción de ese género degenerado llamado “ salsa dura”. "El Sol. Cómo estar sentado en un parque y no decir nada. La una y media de la tarde. Camino caminas. Caminar con un amigo y mirar a todo el mundo. Cali a estas horas es una ciudad extraña. Por eso es que digo esto. Por ser Cali y por ser extraña, y por ser a pesar de todo una ciudad ramera". (Andrés Caicedo Dixit. cuento "Infección").
Quienes lo conocieron dicen que todo sus cuentos y guiones de cine, y en general sus proyectos literarios los escribía con vehemencia, escribía como si mañana mismo la pelona (la muerte) se lo iba a recoger, por eso no se perdonaba que su creación esté llena de imperfecciones (ego, que le dicen).
En todo caso, siendo incluso su suicidio algo accesorio, su legado es valioso, y leerlo no sólo es un privilegio sino una evidente exquisitez . Saluc!.
1 Comentarios:
Gracias por visitarme puñalón, me he dado una vueltecita por tu ventana, interesante eh!
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