lunes, agosto 13, 2007

Schopenhauer y el vulgar nacionalismo...

Corren vientos nacionalistas en Latinoamerica unos más exacerbados que otros y casi todos embadurnados de la misma idiotez de siempre. Ayer mismo el escritor Fernando Vallejo ha sido declarado persona non grata de Colombia y una ración de balas le espera en el país de la cumbia. Aquí mismo decir que el ceviche es horrible (que es mi caso, no me gusta esa comida inmunda) y que el vals peruano se ha vuelto en un obsesivo lloriqueo de plañideras te convierte en un blasfemo. Sin duda el nacionalismo es el legado más cancerígeno de los sucesivos gobiernos militares que se han empanzurrado con Latinoamerica. Los perros nacionalistas aullan en Venezuela, hacen señales de humo en Bolivia y Ecuador, bailan tango en Argentina, pergeñan falsos y ladronzuelos modelos en Chile, y son decadentes y tuberculosos en el Perú. He estado revisando algunas lecturas de Arthur Schopenhauer y justamente me encuentro con un texto suyo que es muy aleccionador para el caso en particular. El filósofo (quien no vivió el Nazismo) dice que el orgullo nacional es el tipo de orgullo más barato que pueda existir y se echa mano de el cuando no se posee meritos personales relevantes capaz de advertir con toda claridad los defectos de su nación. Mordaz, como es el filósofo, termina diciendo que el pobre idiota que no tiene nada de lo que pudiera enorgullecerse se agarra de un último recurso: estar orgulloso de la nación a la que pertenece, y defiende con uñas y dientes todas las taras y necedades propias de su nación. Schopenhauer, quien era un hereje para los alemanes (a quienes acusó de ser tardos en pensamiento y a sus intelectuales seres aburridos y complicados hasta en su lenguaje "El mundo C.V. II" Pag. 163) no tuvo reparos en hacer estas valientes apreciaciones en un tiempo y en un contexto donde las corrientes nacionalistas y la exaltación de la guerra (y la justificación de ella para cometer robos de territorios) eran verdaderas glorias militares y auspicioso episodios de heroicidad que debían imitarse. El fue la excepción y la contra de esos viejos y enfermos conceptos que años mas tarde cobrarían vigencia con mayor fuerza en la Alemania Nazi.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Qué coincidencia, hace un par de días escribí un artículo con relación a la renuncia de la nacionalidad de Vallejo en donde citaba a Schopenhauer, juro que no leí tu artículo antes.

Coincido, por lo demás, totalmente contigo en cuanto a tu apreciación sobre el nacionalismo, esa enfermedad espantosa que recorre como un fantasma el continente.


Saludos.

10:13 a.m.  

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