RATZINGER (ALIAS BENEDICTO XVI) BAJO LA LUPA
En 1872 el mejor negocio en Francia fue la venta de libros anticlericales que de manera clandestina circulaban y se vendían entre sus ciudadanos. Para ello el abate Le Senne (escritor francés, gacetillero, y editor a quien la historia clandestina lo conocería como el panfletista a la fuga) diseñó propuestas de ataque al clero que iban desde denunciar su riqueza, hasta la corrupción y el despotismo del alto clero[1]. Sin embargo la mayor propuesta de Le Senne sería sin duda la publicación de todas las quejas de los propios curas sobre sus superiores, en especial contra los obispos y monjes recaudadores de diezmos. Aunque al parecer la propuesta nunca vería la luz dichas quejas en folletines fueron volanteadas de manera anónima por los mismos curas a tal punto de convertirse en una verdadera epidemia para el clero. Cuatro siglos mas tarde y habiendo asumido el papado Joseph Ratzinger (alias Benedicto XVI) como heredero de la pompa vaticana sale a la luz en italia un libro titulado “Contra Ratzinger” de autor anónimo y que, tal como reza en la tapa del libro, “El autor ha optado por el anonimato, rindiendo homenaje a la olvidada tradición de libelos del siglo XVII”. Al parecer todo indicaría que el autor de la obra libelística sería un jesuita quien por obvias razones ha mantenido en resguardo su identidad. Hoy ese libro ya está traducido al Español y su artillería apunta a cuestionar al actual Papa Benedicto XVI partiendo de la relación que tuvo éste con Juan Pablo II a quien se le califica como el Papa más ambigüo que haya existido en la historia y a quien su pasado como actor le sirvió de mucho para el marketing, misma que le hacía oscilar entre el diálogo sano y el consevadurismo radical. Ratzinger, un hombre inteligente, servil de joven al ejercito nazi (a quienes condenó con cierta tibieza), de especialidad teólogo y arribista como ningún otro, fue el soporte ideológico que tuvo Juan Pablo II. A ambos y sobre todo a ratzinger (debido a su influencia como teólogo) les corresponde haber mantenido inalterables las viejas y conservadoras prácticas del clero, y apagar (y apabullar) cualquier proyecto reformador y cuestionador como sucedió con el caso de la Teología de la Liberación del padre peruano Gustavo Gutierrez. Imperdible.
[1] Edición y Subversión-Literatura clandestina en el antiguo régimen. Robert Darnton. Pag. 124. Edit. Fondo de Cultura Económica.
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domingo 30 de septiembre de 2007
RATZINGER Y EL MÁS PRECIADO FLORERO
El PRECIADO FLORERO Y JOSEPH RATZINGER
(Luis Agüero Wagner)
Uno de los claroscuros más marcados de los últimos tiempos se viene observando entre ciertos protagonistas de los recientes sucesos políticos paraguayos, donde interactúan abigarradamente laicos y laicas, teólogos y teólogas, políticos y políticas, sacerdotes y pastores de distintas tendencias políticas y de diferentes iglesias cristianas, en un clima ecuménico del más absoluto caos.
Por un lado la Iglesia Católica Apostólica y Romana, organización jerarquizada, verticalista, con la obediencia ciega como mandamiento y el dogma de fe por bandera, contrasta con la conducta anárquica de los exponentes la alianza luguista, aunque éstos hayan sido bastante hábiles para maquillar la incoherencia de aprovechar el aura mística de la sotana y simultáneamente echar pestes y culebras contra el Vaticano y su malhadado Derecho Canónico.
También nuestros patriotas de utilería han sido oportunistas al valerse de una interna entre una secta menonita y la santa madre de Roma, una más de las que se iniciaron casi inmediatamente después que al Altísimo se le ocurrió enviar a su hijo a redimirnos, originando una serie de conflictos que ahora han incursionado en el proceso electoral paraguayo y que difícilmente podrá solucionarlos enviando algún nuevo emisario, por lo que si a alguien necesitaremos será sin lugar a dudas a Él en persona. Más aún si consideramos que vivimos en un país donde las lenguas de fuego del espíritu santo en lugar de iluminar a nuestros líderes naturales, terminaron originando los incendios de nuestros bosques.
Podríamos decir que la duda existencial que hoy nos aqueja empezó cuando Fernando Lugo de motu propio recibió sus votos perpetuos en 1975 y juró obediencia a los herederos de los apóstoles, cuyo único líder es el papa de Roma, declarado dictador perpetuo indiscutible e infalible por la propia ley vaticana. Esa es la esencia, el meollo del asunto. Fernando Lugo puede estar molesto con el Papa porque lo jubiló tempranamente convirtiéndolo en emérito, pero en su institución la disidencia no está permitida. En otros tiempos se pagaba con la muerte en la hoguera y para colmo, en el presente gobiernan nostálgicos de aquellos métodos.
Hoy más que ayer, se acabó el café con leche y se han cerrado las válvulas renovadoras que abrieron los pusilánimes legionarios del Concilio Vaticano II.
Al frente del cotarro vaticano está quien antes de convertirse, hace dos años, en Benedicto XVI era, como cardenal Joseph Ratzinger, el temible cancerbero de la ortodoxia como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el viejo Santo Oficio de la Inquisición que carbonizó a Giordano Bruno. Este fantasmal prusiano con más aire marcial que Stroessner, ex militante de las juventudes hitlerianas que encarna un «catolicismo fosilizado» se muestra resuelto a liquidar la apertura que emprendieron sus antecesores limpiando las liberalidades y desviacionismos como la Teología de la Liberación. Al margen de esto, pienso que si Fernando Lugo no estaba de acuerdo con una Iglesia que, según dicen piensa él, es de los ricos y para los poderosos, no necesitaba irse al otro extremo e ingresar a un culto satánico como el que practica la gente que hoy lo ha cercado. Podría simplemente clavar la orden de cierre en la puerta de su capilla y partir para una nueva Iglesia de los pobres y de los excluidos sociales.
Ya tiene audiencia, seguidores, la atención de la prensa, el apoyo de políticos, del complejo IAF NED USAID, algunos famosos y posiblemente consiga hasta créditos del BID. La telepredicación, el sermón por internet y la iglesia electrónica en los tiempos actuales obran milagros. Otros grupos cristianos del rebaño de los llamados evangélicos lo han demostrado en decenas de credos rivales entre sí, todos a su vez desgajados en el curso de la historia de la Iglesia católica tradicional y oficial, y hoy tan enfrentados con ella que nos terminaron metiendo en la actual parafernalia proselitista. Pero no, prefiere renegar de su condición de obispo (después de todo, ya lo habían jubilado, que eso significa emérito, aunque suene un poco mejor) pero no perder las ventajas que a su imagen le trae el haber vestido sotana ante la gente de un pueblo ignorante y supersticioso. Por supuesto que no acepta convertirse en apóstata, único medio coherente de liberarse de la dictadura vaticana. ¿Qué tendrá esa Iglesia que le es tan difícil aceptar la salida de los disidentes y porqué le cuesta tanto a sus disidentes abandonarla, inclusive a los que pretenden ingresar al territorio demoníaco de la política nativa arrojando la sotana?
Exponentes de la teología de la Liberación como el cura peruano Gustavo Gutiérrez, fueron forzados por la jerarquía a una retractación y a publicar la misma en el diario limeño «La República». El nicaragüense Ernesto Cardenal, hincado de rodillas en el aeropuerto de Managua, tuvo que escuchar la reprimenda que en 1983 le dio el papa Juan Pablo II. El brasileño Leonardo Boff debió guardar un sepulcral silencio en forma de sumisión cuando el cardenal Ratzinger le enseñó amenazante en Roma la mazmorra donde tuvieron a Galileo por afirmar que la tierra se mueve, antes de colgar los hábitos en 1991. El castigado teólogo vasco-salvadoreño Jon Sobrino a pesar de residir en el país donde Arnulfo Romero fue asesinado en un altar mientras celebraba misa, sigue firme en las filas de Benedicto XVI.
Todos estos antecedentes nos llevan a presumir que difícilmente nuestro único líder Lugo sea una excepción, por más desesperante carencia de candidato potable que aqueje a quienes se disputan con sospechoso entusiasmo el más preciado florero. LUIS AGÜERO WAGNER.
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