martes, octubre 31, 2006

LAS BOMBILLAS ROJAS, una deuda pendiente

Hace aproximadamente dos años mi amigo Cristian, con quien comparto afiebrados delirios y manías de diletantes en Literatura -cuchillazos de por medio- me hizo llegar vía e-mail un cuento suyo escrito en no sé que año ni en que época (si cuando estábamos en la Universidad o fuera de ella). Lo cierto es que el cuento llegó con un título largo que no me parecía tan mal, pero hubiera preferido que le cuelgue el nombre de “El Aguajal”, el ansiado y misterioso Bar-prostibulo que describe en su narración y que se convierte en la alucinación de un grupo de adolescentes marginales (pos desborde popular)* habitantes del distrito de Ancón, Lima.

A pesar que el texto mostraba algunos pasajes flojos y hasta diría forzados (la influencia reynosiana era evidente, pero sin un espacio definido y sin un lenguaje actual y real que empate con los personajes descritos, máxime si se trataba de un tema urbano muy manido que apela a los recuerdos de una adolescencia que se fue y se seguirá yendo), el cuento estaba bien escrito y era (es) prometedor.

Era evidente que mi amigo C había seguido en la brega (la lista de profugos es larga), en la pelea ingrata del tiempo que a veces trazan (y atrasan) nuestros mas preciados sueños, para convertirlo en planes que siempre deambulan esperando hacerlos realidad, del archivo del fólder a la tinta fresca de la imprenta. Devorador de buenos libros, estudiante de Literatura de San Marcos (del que desertó), amante de una música urbana que detesto (Hip Hop), contradictorio como el mismo, pero talentoso, un talento que quizás les falte a algunos sobrevalorados de su generación.

Y sobrevalorado es por ejemplo Sergio Galarza del que es inevitable formularse la siguiente pregunta ¿porqué aún nuestra Literatura sigue en crisis?, y los textos malos de Galarza nos da la propia respuesta. Lo mismo sucede con los actuales, un lambiscón y huérfano en talento como Leonardo Aguirre permite formularnos la misma pregunta, y sus textos nos dan también la misma respuesta.

Espero que C un día se anime a publicar lo que está escribiendo, al menos desde esta pocilga lo estaremos esperando, eso sí, con un puñal bien escondido.

Previo permiso concedido por C, publico un pasaje de su cuento titulado “Unas Bombillas rojas forradas en papel celofán rojizo”.


"(...)Nos gustaba espiar a las mujeres del “aguajal” durante el día, sin que se dieran cuenta, las seguíamos deleitándonos con sus gestos frescos y su andar desenvuelto; las mañanas de los domingos ya no íbamos a misa, sino a verlas hacer sus compras a la bodeguita del chino Lu, quien misteriosamente hacía como si no las conociera; a pesar que todas las noches lo viéramos deslizarse con sus pasitos saltarines hacia la parte baja del viejo muelle. Nos inquietaban sus formas de vestir, el compás que marcaban con sus traseros insolentes, el olor que dejaban impregnado en el aire; nos gustaba soñar con ellas, inventar conversaciones, imaginarlas cariñosas, sonriéndonos todo el tiempo, pero no nos atrevíamos a mirarles la caras, teníamos miedo de saber que podrían decirnos sus ojos".

*Desborde Popular, en los terminados acuñados por José Matos Mar.