martes, diciembre 26, 2006

LA POETICA SUCIA DE SUSANA PINILLA (nuestra MINISTRA DE TRABAJO)

La vemos como a una señora guapa y madura, de esas que uno mira con respeto por la seductora edad. Habla regia y con la propiedad e inteligencia que dan los años. Sin embargo nada es perfecto y menos aún ella en su puesto Ministerial, un cargo del sector trabajo ocupado en el Gobierno anterior por unas cuantas pulgas que nunca en su putañera vida soñaron con ser Ministros. Pero como todo se puede en este país las pulgas ahí se prendieron. Nuestra señora Ministra, dice, está dispuesta hacer respetar los derechos de los trabajadores, para eso, dice (con esa boquita de mujer cabaretera), ha emprendido una agresiva campaña de inspecciones laborales en los centros de trabajo. Uno la ve y la oye y no puede evitar creerla por su belleza de mujer madura que invita a la inteligencia y también a la erección. Pero no nos engañemos, nada es cierto, ni ella misma se la cree y mucho menos su jefazo presidencial, y mucho menos la fauna mafiosa de pobre diablos Apristas. Y entonces, la bella mujer madura, sale a su operativo televisado con todo un batallón de insufribles inspectores para visitar no a las medianas y grandes empresa, no, sino a las pequeñas, a las casi ínfimas que tienen que sobrevivir el día a día, esas que mañana mas tarde no tendrán plata para apelar una multa y mucho menos para pagarla. Se va a Gamarra y ahí hace su periplo, su finta de inspección, y el asno televisado entonces la aplaude y sale el gigante de su Jefe a decir que ya los operativos empezaron, y los imbéciles de siempre hacen aleluyas y le dan su voto de confianza. Es la vieja práctica Aprista (que es el resumen de las hediondas mañas políticas Peruanas), la del transe de curra, la de la negociación mafiosín e interesada, la que no queda mal con nadie (a no ser que le falten el respeto no al marica que los inspiró sino a su bolsillo), la que se pone polleras frente a la Confiep (ese club de empresaurios herederos de la peor baba mercantilista que ha manchado siempre al país). Sólo nos queda la mujer madura y bella, y por ahí pensar en las mariposas libidinosas como si la tuviéramos en un Jacuzzi, y no en la Avenida Salaverry. Si el Ministro fuera hombre un “hijo de puta” bien acentuado y en voz fuerte, hubiera sido perfecto. ///