Lima y sus orines están de cumpleaños..

Su fundación fue el azar, pero no fue el azar lo que hizo de Lima la ciudad que arropa el centralismo, sino fueron los limeños y sus limeñeses quienes convirtieron la capital en un chiquero, quizás en homenaje al audaz aventurero que la fundó cuyo noble oficio era justamente el de criar chanchos.
Y cuando digo chiquero debe entenderse en la extensión de su espíritu criollo y colonial que aún hasta el día de hoy perdura.
Los antiguos cronistas anotaban que toda Lima en los primeros años de su exitencia parecía un inmenso monasterio.
Así las cosas, el haber vivido entonces entre la pompa aristocrática (que nunca se quizo independizar de España) y las oraciones hizo de los Limeños unos eunucos, o en su defecto ciclanes (que tienen un sólo testículo), y como tal: muy comodones. Lima nunca amo el pecado, muy por el contrario la evitó, vivía en la perfecta nube y en la chismografía barata.
Por eso Lima no conoce de revoluciones y no ha sido epicentro de grandes revueltas, como en su momento los fueron por ejemplo París, los bolcheviques de petrogrado, los campesinos Mexicanos que sacaron a machetazos a Porfirio, o los guajiros en la Habana, que están ahí como pasajes históricos.
Por eso cuando un Limeño racista achaca su espíritu atontado y sumiso a su ingrediente indigena, peca de ignorante porque, como bien anotara Salazar Bondy, da la casualidad que es el indio el que, como lo enseña la historia, ha llevado su descontento a la acción -reprimida ferozmente por la autoridad limeña-. En tanto el Limeño sigue siendo el que acepta con apenas una ironía en los labios o un chascarrillo contingente, los abusos de los poderosos, la impúdica corrupción de los políticos, la absolutista voluntad de la minoría voraz, y otras perlas.
Esta es la Lima que tanto queremos, una ciudad que mantiene las ruinas eternamente nuevas (Hemann Melville).
Un muladar que evoca nostalgia en "el viejo puente, el rio y la alameda", en la candorosa voz de chabuca granda, plagiadora impune de Raúl Porras Barrenechea.
Feliz día, Lima.