Unos Rajes que no convencen: la última entrega de Pedro Salinas..

Este su servidor tan juicioso y ligero como siempre no se le presentó mejor escenario que aprovechar su tiempo de ocio en una librería Limeña y darle una revisada al publicitado libro (esa publicidad incluía cuetones de casi toda la prensa).
Es cierto que Salinas le imprime algunas esporádicas notas divertidas (algo aprende el burro, tras años de ejercicio), pero salvo una excepción (Hildebrant pese a quien le pese, siempre es una excepción), esos rajes son bien limeños, y cuando digo limeño es que las respuestas de los entrevistados circundan el temor, la poca claridad, y ese mediocre espíritu de no ser confrontacional. Es decir: tontos, suaves, cojudos y maricones.
Menos mal que en el Perú hay un antecedente similar en lo que ha entrevista se refiere, antecedente que sí produjo lo que muy en el fondo hubiera querido producir Salinas: un terremoto y una memoriosa trifulca. Y aunque dicha hecatombe la ocasionó un Peruano en la España de Pío Baroja (la mayoría de entrevistados eran Españolotes), vale la pena traerlo a colación para que no se diga lo que con torpeza y mucha ignorancia ciertos hocicos vienen ladrando por ahí: que el susodicho periodista marca un hito en este tipo de publicaciones.
Me estoy refiriendo al libro que publicara en España en 1921 el arequipeño Alberto Guillén y al que tituló “La Linterna de Diógenes”. Ahí la navaja, los plomazos, el garrote, el humor ingenioso, la respuesta corrosiva de uno y de otro hicieron que el texto sea el más leído y el más abominable que se haya publicado en España. Los más connotados escritores españoles que en cualquier recital o café eran risas, abrazos y elogios, en privado estos se rajaban de lo más feo, unos a otros. Pero los rajes eran con puñales y no con pañuelo blanco, a tal punto que los adjetivos iban desde: mediocre, torpe, idiota, hasta semihombre, etc.
Guillén no tuvo ningún reparo en plasmar cada entrevista y su raje en un libro, y sacarlo a la luz pública. El más memorable fue el del venezolano exiliado en aquel tiempo en España: Rufino Blanco Fombona ¡! Qué delicioso raje la de este hombre!!, ni los argentinos salieron bien parados, menos los españoles.
El Arequipeño tuvo que regresar al Perú por las amenazas de linchamiento que habían prometido en su contra. El libro hoy en día es una de esas joyas de la literatura peruana que así nomás no se ubica, y que yo atesoro casi como una Biblia.
Dicen que se viene el segundo tomo de Rajes del Oficio, habrá que esperar a ver si en esta oportunidad el buen Pedrito la chunta.