viernes, noviembre 09, 2007
Fernando Morote y el dadaísmo en el Perú.....

Poema a la Bandera
¡¡flamea, mierda!!!
jueves, noviembre 08, 2007
No future....

"Héroes" (I)

Siempre hemos querido ser "Heroes", es la otredad la que manda en nosotros. Por ejemplo hay momentos -es menester decirlo aquí- en que presumimos de invensibles sin darnos cuenta que no hay nada más invensible que la propia música. El cadaver se va podrir algún día y será (a la larga) sólo el recuerdo vanidoso, la melancolía y el tedio perfecto de un espantapájaros. Pero las cuerdas seguirán dando que hablar por el resto de vida que le quede al planeta. Entonces y sólo entonces habremos comprendido que fuimos apenas viento, como viento fue algún día Marc Bolan (y como viento será David Bowie).
miércoles, noviembre 07, 2007
De acróbatas, payasos, magos...la vida circense en "la pluma" del escritor colombiano Carlos Perozzo....

Frecuentaba cantinas, mancebías, casas de juego, lóbregas callejuelas donde se escondían toda la clase de la casta de los cacos y su secuela de carteristas, atracadores, estafadores, y ladrones de poca monta, buscando a su amigo Robayo. Lechuguín no podía sustraerse al recuerdo del día (la tarde) en que apareció por el circo con su figura de artista hambreado, desconocido y que nadie comprende. Ofrecía el aspecto de un duro, envuelto en su gabardina con el cuello levantado, sombrero ladeado y cigarrillo en la punta de los labios, dispuesto a zanjar sus diferencias con el resto de la humanidad a lo que fuera: puños, arma blanca o de fuego, lo que fuera, puta la vida, que pa’morir nacimos.[1]
[1] Texto de la obra “La O de aserrín”, del escritor colombiano Carlos Perozzo (Cucuta 1939).
[1] Texto de la obra “La O de aserrín”, del escritor colombiano Carlos Perozzo (Cucuta 1939).
La larga agonía de los libros...Chile devuelve los libros que le robó al Perú



martes, noviembre 06, 2007
El invisible Daniel Smisek y el regreso de los bárbaros...
Orbis Tertius
Primero fuimos africanos, pero algo nos hacía caminar hacia el horizonte. Algunos avanzaron al encuentro de los hielos, y se volvieron ateridos. Otros esperamos que fueran los hielos los que se retiraran. Una y otra vez en farallones y cavernas, nos hemos reconocidos como pasajeros de la deriva continental. Después hemos sido aqueos, fenicios, vikingos. Unos establecieron sus ciudades y murieron defendiéndolas. Otros las atacábamos y nos hacíamos griegos en España y rusos en Bizancio: siempre en los confines, siempre asombrosos y vitales bárbaros que volvíamos sobre la civilización para civilizarla. Una y otra vez. Escribimos muchos libros, y construimos inmensas cavernas para decorar con nuestros dioses sus paredes. Durante un breve lapso –mil años o poco más- creímos que nos afincábamos definitivamente, pero muchas veces eso sólo había significado que constituíamos una nueva capital para volver sobre ella como bárbaros, siglos después. Pronto fuimos otra vez guerreros, y con naves y dioses y acero cruzamos otro océano, uno más. Hace quinientos años nosotros, los aqueos, los fenicios, los vikingos, hemos conquistado esta tierra libre de hielos. Ahora desde aquí, somos otra vez bárbaros. Nos sabemos pasajeros a la deriva entre las naciones. Seguimos escribiendo nuestra historia en las paredes de la caverna, pero algo en nuestro pecho clama por el horizonte. Somos ya una tormenta de un millón de años. Y estamos de paso, como los hielos. Nos iremos algún día. ¿Cómo pintaremos las paredes del espacio infinito?[1]
[1] Zapatos hondos. Autor Peruano: Daniel Smisek. Todo indica que es el otro yo, el heterónimo más guardado del escritor Enrique Prochazka. El texto viene en la introducción del libro de relatos “Un único desierto”.
[1] Zapatos hondos. Autor Peruano: Daniel Smisek. Todo indica que es el otro yo, el heterónimo más guardado del escritor Enrique Prochazka. El texto viene en la introducción del libro de relatos “Un único desierto”.
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lunes, noviembre 05, 2007
Enrique Prochazka, la peruanidad y su declaración de principios...

El señor Prochazka no escribe sobre Lima, su ciudad, ni está en las filas del escritor común y corriente del Perú (hoy dividido graciosamente entre andinos y criollos, como si tal condición fuese relevante para el lector) . Sin embargo es un escritor que más allá de cuestiones meramente geográficas es eminentemente Limeño por no decir Peruano, aún cuando en su narrativa no encuentren a Lima, ni al Perú, como escenarios de desarrollo. Es tan Peruano como lo es Ramón de la Casa de Cartón. Digamos que el señor Prochazka recoge todos los elementos contradictorios de un Limeño con la gran diferencia que, lejos de esconder sus temores y traumas, éste se desnuda y los expone al público lector con elocuencia e inteligencia. Así por ejemplo en la últimas páginas de su libro a cuyo capítulo ha llamado "Testamento" se lee lo que yo le llamo la declaración de principios del extraño señor prochazka, que también podría pasar por un encendido manifiesto contra bufidos ultranacionalistas. Se adelanta así, el señor Prochazka, a los dardos y cañonazos que de uno u otro lado le caerán. Nos dice :
"(..)Lima es un conjunto de ciudades enemigas que se disputan un único desierto: yo pertenezco a la parte occidental de esta reseca polis (...)¿Acaso debo, o puedo siquiera escribir lo que suele llamarse cuentos peruanos?. Sé lo que es un cuento, mas no lo que es un peruano. Porque si con cualquier cara uno es peruano, también cualquier cuento es un cuento peruano. Además yo no sé si soy más peruano que mis cuentos. Me he sentido en casa, es cierto, en un valle de huarochiri, en cumbemayo y en pomabamba, pero también en Sajonia, en Zaragoza, en Magdalena del Mar. (...)He preferido ser humano a ser Limeño, y he escrito sobre mi barrio, que se extiende por algunos parques, montañas y desiertos que conozco".
Por lo demás, brillante.