NO ME LLAMES MUÑECA: NEW YORK DOLLS
En la medianoche de un sábado, cuando todos dormían bajo un cielo arrancado de estrellas o hacían otras cosas mas interesantes que dormir (en una Lima tan presto al puterío y a la prosa de crónica roja) y este escriba era presa del diabólico insomnio, el Cucho Peñaloza en su cada vez más invisible programa de TV NACIONAL pasó un especial de los NYD presentando videos caseros, los únicos videos que registran la primera época de la banda, mi insomnio estaba justificado. Ahí se veía al David Johansen vociferar como un macho, contornearse como una bailarina de “Striptis” que la hace de alimaña, entregándose a que el público le viole (no se malinterprete); siempre acompañado en la segunda voz de ese inigualable pequeñín-trovador que se llamó Johnny Thunders.
El polvo y la sombra, las calles vacías que tintinean soledades y desbordan esperanzas que se hacen mierda con los años, serían testigo de la muerte de la mayoría de sus integrantes originales, incluido el Thunders, quien fuera homenajeado en pequeños Cabarets por bandas sin mayor trascendencia.
En el 2004 un muchachito con cara de “yo no fui” llamado Morrisey, que antaño era miembro del club de fans de estas “boquitaspintada”, convenció al David Johansen a que vuelva a las tarimas. Y así lo hicieron, pero esta vez eran el Johansen y el otro sobreviviente de la banda original el malograu de Syl Sylvian (los demás, como dijimos, fueron devorados por los gusanos), acompañado de nuevos y jóvenes complementos; desde ahí le dan nuevamente a la rola aunque ya parezcan zombis y no sean ni la sombra de lo que fueron.