Venezuela se pudre...

La ideas es: vomitar letras en este mamarracho de impresiones cotidianas


Hijo de Leopoldo La Rosa, el ilustre maestro peruano de Música Clásica, Leopoldo junior o también conocido como Leo Scoria es uno de los fundadores de Leusemia, la banda underground más talentosa del Perú. De él viene haberle dado a la legendaria banda ese hálito punk que hizo poner piel de gallina a las ripiosas bandas locales de principio de los ochentas. Letras encendidas y radicales, y una elocuente voz cantarina, hicieron que ese adarme de talento que fue Leusemia en aquellos años, siga hoy cautivando a muchos. Alejado de la banda (donde sin duda fue irremplazable) Leo pasa sus días desde su residiencia en Italia (país que lo acogió desde hace muchos años) donde alterna su tiempo entre su afición de Dj y la pintura caótica.
Digamos que fue una semana bien corta. Hoy viernes (feriado para los funcionarios y servidores públicos, es decir el Estado hoy no te bola) no debí venir a trabajar. En realidad no había nada que hacer. Surfeaba por internet, me hacía negar por el teléfono, y garabateaba alguna que otra tontería, salí a caminar. Cuando en Lima sale el sol Miraflores es espléndido. No sé qué amigo mientras libábamos algunas que otras cervezas me dijo que Lima (si pues, esta Lima horrible y sucia que queremos)es una ciudad privilegiada, porque tiene mar. Es la única capital de Sudamerica que tiene mar, piénsese sino en la soledad y el sosiego del surfista que al caer la tarde en las playas de la costa verde, tiene un verdadero acto de fe.
(...)Hay muchas maneras, orales y manuales, de transmitir el pensamiento, pero la más antigua y respetable es la carta sin nombre. Inmune de cualquier ambición de autor, verídica voz del abismo, representa lo que más se parece a la palabra de Dios". Gesualdo Bufalino.
En uno de los capítulos del exquisito ensayo del hace poco desaparecido escritor español Francisco Umbral llamado "la Fábula del falo" (Edit. Kairos.1985-Barcelona) el escritor reflexiona sobre los acontecimientos bélicos y la frustración del falo de los viejos gobernantes que generan tales eventos (es decir, las guerras). Así por ejemplo -anota Umbral- Reagan (hoy diríamos: el menso de Bush) se realiza fálicamente gracias a las guerras o sus preparativos. En ese sentido la guerra planetaria no es más que la exasperación fálica de estos ancianos. Por eso- nos advierte el escritor- siempre es viciosa y siniestra la gerentocracia, desde el consejo de ancianos de las tribus, hasta los pentágonos presididos por ancianos que la noche anterior han fracasado rotúndamente en la cama.
Hace poco el escritor andino Dante Castro (así se ha autodenominado éste escritor chalaco, no es ninguna broma) le reprochó al Poeta Antonio Cisneros su falta de respeto para con nuestro poeta máximo César Vallejo, a quien supuestamente habría calificado de extremadamente trágico, triste y melancólico (viniendo de Castro tal reclamo parecía un comunicado del Sutep). Tal befa irreverente ha producido la ira de muchos y en especial la histeria del cuentista, quien se ha tomado literalmente y muy en serio tan jocosa declaración. Aunque salvando distancia con ese indudable padre que es César Vallejo, tal duelo gratuito y ocioso de unos y otro me hizo recordar la vez en que Alberto Hidalgo despotricó contra el huachafo que así mismo se hacía llamar (o lo llamaban, qué importa) el "Cantor de América": José Santos Chocano. Los cañonazos y las balas contra Hidalgo no se hicieron esperar, recibió muchas, amén de algunas mordidas de perros. 
En otros tiempos las finanzas debieron de ser cuestión de honradez, dice el dilecto Abelardo Gamarra (también conocido como el Tunante). Agrega además Gamarra que la economía en estricto en los antiguos pueblos se circunscribía a saber gastar lo necesario, saber emplear bien el dinero, saber guardar pan para mayo, multiplicar más y más. Sin embargo cuando algún hijo de vecino con debilidades de profeta se le ocurrió mezclar economía y política, es decir infectar con esta última a la primera en su teje y maneje, ahí se jodió todo. Se jodió a tal punto que convirtieron las finanzas en una especie de metafísica y la economía en el arte de meter la mano al tesoro público.